La calle Marqués del Arco, actual núcleo de comercio turístico (cerámica, cestería, cobre), esconde el canal del Acueducto que discurre soterrado hasta el Alcázar. Frente a la Catedral se alza el palacio del Marqués del Arco (s. XVI) con un precioso patio renacentista. Más adelante encontramos el antiguo corral del Mudo, uno de los últimos vestigios de los corrales de los barrios islámicos, que acogía un caserío tradicional de ladrillo con entramado de madera.
En el último tramo atravesamos el barrio de las Canonjías, al final del cual, pasada una verja y junto al jardín que rodea el monumento a los héroes del 2 de mayo se encuentra el Alcázar. Las Canonjías es el barrio mejor conservado de la ciudad alta. Su nombre deriva de canónigos, que fueron los vecinos originales de la zona que gozaban por su carácter eclesiástico de inmunidad y grandes privilegios. De sus casas románicas se conservan bellas portadas de arco de medio punto con arquivoltas y sugestivos patios interiores coloreados por huertas o jardines.
La puerta de la Claustra es la única que se conserva de las tres que cerraban el barrio de los canónigos catedralicios; esta puerta mantiene restos de esgrafiado renacentista y una imagen de la Piedad, copia de otra existente en la Catedral.
En las Canonjías se ubicó la casa de la Imprenta y la de la Inquisición, e instalaron sus estudios artistas como Ignacio Zuloaga y Maurice Fromkes. Este pintor americano da nombre al jardín que aligera la estrecha calle de Velarde y que ofrece una maravillosa vista del valle del Eresma.
A partir del siglo XII, los canónigos de la antigua Catedral de Santa María -frontera al Alcázar- dispusieron de un barrio propio donde edificaron su viviendas: La Claustra o Canonjías.
Esta área ocupaba la zona comprendida entre la iglesia de San Andrés y el Alcázar, y estaba delimitado a ambos lados por la muralla. Las casas se disponían a lo largo de dos calles (hoy Daoiz y Velarde) y el recinto contaba con tres puertas de acceso de las que aún puede verse una.
El canal del Acueducto discurren bajo del pavimento en su camino hacia el Alcázar, por lo que las viviendas disfrutaban de agua corriente. Este barrio está considerado como uno de los más importantes conjuntos de arquitectura románica civil de Europa.